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Blog complemento de mis clases. Escrito especialmente con un sentido educativo. Artículos autoría propia.

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25/9/12

2.1 Las competencias desde el saber ser (Actualizándose)

Una forma de ordenar las competencias educativas, es clasificarlas según el tipo de saber que se desarrolla a través de ellas: Saber científico, Saber artístico, Saber técnico, Saber ser…  Dentro de estas competencias, podremos realizar otras subclasificaciones y también distinguir niveles de menos o mayor complejidad o alcance.  Eso sí, nunca perdamos de vista que sólo se trata de un orden mental, muy apropiado para elaborar programas de enseñanza- aprendizaje; pues la educación, al igual que la persona, es integral; se educa la persona y no una parte de ella.  Es en la mera instrucción, que da lugar al instruido o erudito, donde es posible encontrar una escisión entre lo que la persona es (sabe ser) y lo que sólo conoce (no se mueve en el nivel del saber).  Ejemplo de ello son quienes siendo instruidos e instructores en justicia, son altamente injustos…  En este sentido, es importante aclarar que nos moveremos en el nivel de las competencias de los diversos saberes y no de la mera instrucción o conocimiento, por cuanto nos interesa educar-nos.

Saber ser: El saber se impulsa desde nuestro ser, desde nuestra vocación de ser. Se impulsa desde nuestro ser e impulsa nuestro ser… Nuestro ser es con-movido por su propio ser y por los otros seres y, por ello, anhela su cultivo, su perfeccionamiento, su cuidado… Así surge la cultura: ser quien se es y ayudar a ser: extraer las malezas que dañan o impiden crecer y nutrir la tierra, nutrir-se…  No es suficiente ser, hay que saber ser y enseñar a saber “saber ser”, pues debemos desarrollar las competencias que nos ayudarán a descubrirnos y amarnos como seres humanos, como personas humanas únicas, íntimas, conscientes, personalidades que convivimos, amamos, colaboramos… pero seres que también podemos elegir un camino de autodestrucción y destrucción.
Saber ser personas, implica saber conocerse desde el amor; desde el encuentro consigo mismo; pues es fácil que estemos perdidos u ocultos ante nosotros mismos…  Cuántas veces te dijeron desde pequeño-a que no valías, que sólo molestabas, que eras tonto-a; un estorbo... Cuántas veces, en la familia y luego en la escuela sólo te hicieron sentir el fracaso, lo negativo, los límites …. Cuántos golpes, indiferencias, miedos…. Cuánto miedo original hay detrás de la violencia actual… 

Saber ser              Saber actuar bien             Saber convivir

El saber ser dice relación con el saber ético; entendiendo por tal el saber de la moral.  La ética es, entonces, esa disciplina filosófica que estudia los actos humanos en cuanto -moralmente- buenos o malos.  Remarco moralmente, pues hay que distinguir el bien natural (orgánico, propio de la naturaleza) del bien moral.  Sin entrar en lo que ya implicaría un desarrollo del saber ético (indispensable en el ámbito educativo), es bueno hacer distinciones fundamentales:
a. Bien Natural y Bien Moral: El bien natural dice relación con la naturaleza: es bueno que tengas un desarrollo orgánico acorde el desarrollo propio de los seres humanos y que a los tantos días de nacido afirmes la cabeza, fijes la vista, te sientes, camines… etc.  La biología y la medicina se encargan de este bien.   El bien moral dice relación con los actos voluntarios que debemos ir desarrollando a lo largo de nuestras existencias, para ser personas de actuar consciente, responsable, de buen actuar: Hacer lo que se debe hacer y no hacer lo que no se debe hacer.  Si no hacemos lo que se debe hacer, actuamos mal por omisión y, si hacemos lo que no debíamos hacer, actuamos mal por comisión. El primer principio ético general dice: “Haz el bien y evita el mal”
¿Quién decide lo que es bueno o malo para nuestro ser y el de los demás? La verdad real; no la conveniencia o gusto que son eso: conveniencias (utilidades) o placeres; no el pensamiento más o menos de moda (pueden ser pensamientos erróneos o falsos); sino la verdad real y, en este caso, más exactamente: lo realmente perfecciona el auténtico ser de una realidad. 

b.   Valor y utilidad.  Valor es la real perfección de ser de una realidad; utilidad tiene que ver con las necesidades que pueden ser satisfechas por una realidad... Los valores son la real perfección de ser una realidad; perfección que dice relación con su esencia y, según ello, de su existencia.  
Esta perfección, en cuanto presencia, nos habla de una belleza real de ser. No confundamos belleza de ser con lo que nos parece -según gusto, placer y apariencias- más o menos bonito.  Al mismo tiempo, la perfección real de un ser, en cuanto es real, es lo que llamamos verdad, verdad real, esto es, lo que realmente es la realidad y no lo que a nosotros nos conviene o no decir de ella… Por último, La belleza y verdad de ser de la realidad es lo que llamamos el bien real de esa realidad, es decir, la perfección real de su ser.
Belleza (presencia real de ser), Verdad (real realidad de ser) y Bien (perfección real) son los valores esenciales reales de toda y cada realidad que, a su vez, deben ser existidos… Nosotros, “Personas Humanas”, nos movemos no solo a nivel de lo material viviente o no viviente; sino que, al ser conscientes de nuestra realidad, de nuestro ser y existencia y de las de otras realidades, del Universo y de realidades más allá del alcance de nuestros sentidos y conocimientos del momento, adquirimos el deber de movernos más allá del ser y del existir; pues somos conscientes del propio ser, de la propia esencia y existencia, de los mundos que vamos construyendo con nuestros acciones (por omisión y comisión) y de las consecuencias en esos oros mundos más o menos inmediatos o mediatos; en tiempos y espacios. Ello, esa conciencia de ser y existir y del cómo serlo y hacerlo, nos lleva a ser más o menos morales o inmorales; nunca amorales. Amorales son las realidades que no tienen conciencia de su esencia ni del deber de existirla; pues su realidad no cuenta con tal riqueza y, por lo mismo, complejidad y reto de ser y actuar correctos.  La pulga es pulga y es más perfecta que un unicelular pero no es consciente de ello; como tampoco lo es de su existencia y del sentido de la misma: es amoral.

c.  No es lo mismo Valor que valoración: Debemos aprender a valorar el bien, la verdad, la belleza; pues nuestras valoraciones pueden ser erradas: No descubrir el valor real de una realidad; darle más o menos valore del que realmente tiene su realidad. Debido a la naturaleza esencial y existencial de nuestro ser, construimos mundos que se mueven en ámbitos trans-materiales:  Música, poesía, danza, cine, rituales, credos, constructos sociales y legales, ciencia, tecnología, política, negocios, medicina, arquitectura, poder….  Podemos errar, no vivir en forma auténtica, tener miedos, no saber cómo superar crisis, arrastrar a otros en nuestros errores… 
Necesitamos desarrollar competencias del saber ser, del saber actuar, del saber convivir, del saber ético moral, del saber psicosocial, del saber cultural… 

d. No es lo mismo valor que utilidad: Lo más útil es lo menos valioso.  Lo útil no interesa por sí mismo, sino que es un mero medio: nos interesa por su utilidad.  Lo más valioso adquiere la categoría de dignidad; es un fin en sí mismo: es un ser que amamos y es valioso sólo por ello: por ser, por su presencia más allá de la física.  Por ello, no todo debe ser considerado por su utilidad; independientemente de que te preste una serie de servicios. Tal vez, alguien prestó una serie de servicios en tu vida: cubrió tus necesidades más vitales, te enseñó, te dio seguridad y alegrías... Sí, pero el amor que sientes por esa persona trasciende los beneficios y, aunque ya no pueda darte nada de ello, igualmente la amas. Un poema, una melodía, una foto, una carta o tarjeta, un reloj que no funciona…  pueden atesorarse en el cofre de los objetos que trascendieron su ser objetual para ser parte de la biografía personal y revestirse con el sentido de esa dignidad que los hace únicos, irrepetibles, personales. En un mismo Universos, conviven mundos diversos que entran en diálogo.  Desarrollar estas competencias del saber ser es un complejo e imperante reto.

2. El Saber “Conocer”.   Cuando hablamos de saber conocer, ya no hablamos de “conocer, conocimiento, instrucción o erudición”, sino de saber; saber comprender el ser y existir de la realidad interactuante; en un situs (situación, estado, posición-amiento) y locus (espacio, habitad) que son trascendidos como tales y nos llevan a los ámbitos del saber saber o aprender a saber y saber hacer religión, filosofía, ciencias, artes, tecnologías, política, pedagogía…

3. Saber hacer algo:  Nuestros saberes ser y conocer, las más de las veces son inmanentes, es decir, quedan en nuestra intimidad: elaboramos un pensamiento, intentamos desentrañar una creencia, surgen sentimientos, emociones, anhelos, decisiones… Deseamos y tenemos el deber de comunicar ese saber ser para saber hacer algo  ón… pero la comunicamos y hay que saber comunicarse y hay que saber enunciar un mensaje oral o escrito; poético, coloquial o científico… Somos seres artistas, científicos y tecnólogos y hay que saber hacerlo.  Somos constructores y hay que saber construir la ciudad, los puentes, los caminos.  Somos conscientes de la naturaleza y hay que saber cultivarla… Saber existir, saber actuar, saber obrar o saber hacer algo…
Si estos saberes -saber ser, saber convivir y saber hacer- los vinculamos con las competencias, tendremos que lograr las competencias que nos permitirán:

  • Descubrirnos y descubrir al otro para escribir nuestra propia y auténtica biografía.  Descubrir y valorar, amar la biografía de los demás. Descubrir y valorar el universo y sus misterios.  
  • Amarnos y amar a los demás, ser feliz en la contemplación y el cultivo propio y del otro y del Universo.  Amar para ayudar al desvalido y por amor a nosotros y a los demás, educarnos en fortaleza para superarnos.
  • Crear un mundo mejor, descubrir las potencialidades propias y de los demás para cultivarlas en el arte y la tecnología que cooperan con la creación.
  • Las competencias son importantes; pues un mundo de incompetentes sería un mundo destructivo; pero no es suficiente la competencia si no se saber ser, convivir y saber hacer.
  • El saber ser es el saber existir, el saber actuar bien.  Es el saber moral; el saber realizar las virtudes… Para ello se requiere como condición educar la sensibilidad,
  • El saber convivir es el saber amar,  requisito para amar es saber ser.  El saber amar requiere poner en acto la cordialidad, el saber acoger y saber dialogar.  
  • El saber hacer tiene un resultado, un producto, una obra.  El saber hacer algo bello, es el saber del artista que da lugar a la obra de arte.  El saber hacer algo útil, en beneficio de la naturaleza o del ser humano, da lugar al saber tecnológico.


La educación y el saber ser: Aclaremos algunos conceptos

Aclaremos algunos conceptos vinculados y, muchas veces, confundidos con educación: Instrucción, enseñanza, aprendizaje, pedagogía…

Pedagogía es el estudio del saber hacer algo, en este caso, educar o, más estrictamente, enseñar con la intención de que el enseñado se eduque, pues la educación es autoeducación. Así, llamamos educación a esa dimensión real humana que nos lleva a calificarnos como personas más o menos educadas, queriendo aludir a ese perfeccionamiento (actualización de potencialidades) que hemos logrado voluntariamente y con la finalidad de existir conforme nuestro auténtico ser. Educarnos, por lo tanto, requerirá que tomemos conciencia de dos aspectos fundamentales de nuestro ser: 1) Somos persona y 2) Somos una personalidad, esto es, cada uno de nosotros es una persona única, irreemplazable.

La esencia de nuestro ser nos es dada; pero la existencia es nuestro reto: el reto de ser quien somos; pues el mayor peligro es vivir desvinculados de nuestro ser. Nos puede perder el ruido, la debilidad, el temor, el egoísmo, las apariencias… Y aquí surge nuevamente el peligro de una educación centrada sólo en competencias, en productos o logros: dar lugar a un hombre – máquina.  Un ser productivo, eficiente pero vacío; un ser  con las manos llenas pero angustiado; solo, sin vínculos, sin ritos, sin arte, sin búsqueda del bien; sin verdad,  ni anhelos de belleza: un ser despersonalizado, impersonal.

Ser es realmente un reto.  No hay un libro escrito sobre cómo encontrarse consigo mismo, qué decisiones, actitudes o comportamiento adoptar o cómo enfrentar los diferentes obstáculos internos (vicios y debilidades) y externos con que nos vamos encontrando; tampoco nos enseñan a enfrentar las penas y alegrías, temores, despedidas… Y es obvio: cada segundo de nuestra existencia es único y no predeterminado… Entonces, surge el cine como una forma de acceder a la intimidad de otras existencias y situaciones que aparecen con toda la intensidad de sus personajes;  situaciones que nos permiten vivir íntimamente la intimidad de  los personajes: ponernos en el lugar de ellos, experimentar sus emociones, criticarlos, amarlos y hasta odiarlos o, vernos reflejados en ellos y, a través de los personajes y situaciones ficticias, encontrarnos con nosotros mismos y entender mejor nuestros mundos y los mundos de los demás. 

El educador debe empatizar con alumnos, apoderados; entender situaciones que pertenecen a distintos mundos: mundos infantiles, mundos adolescentes, mundos jóvenes, mundos de diversa sexualidad, construidos con diversas ideas, credos, anhelos y temores.  El reto del educador –pedagogo, esto es, profesional de la educación, es no sólo saber ser sino enseñar a ser; ser capaz de crear situaciones que ayuden al educando a descubrirse y entender la historia de su vida; sin invadir su intimidad.  Entonces vuelve a surgir el cine como un aporte a la enseñanza del saber ser, esto es, del saber existir y surge el educador – maestro, enseñador – formador, donde la enseñanza tiene una finalidad educativa y no meramente instructiva.  En-señar es señalar el interior de     las cosas, señalar la intimidad de los seres personales, señalar lo transobjetivo (que trasciende la mirada objetivante o cosista), ir más allá de los significados al sentido (el significado de la palabra “padre” todos lo conocemos, pero en cada historia personal adquiere un sentido distinto).

¿Cómo se conforma la existencia de acuerdo al ser?  ¿Qué “competencias” hay que poner en juego?
Sensibilidad: Para no pasar por sobre la dignidad del ser personal, para apreciar la belleza y perfección de la naturaleza, para gozar la belleza del arte, para valorar el quehacer indispensable del barredor de una plaza y la obra civil del ingeniero, para ser agradecido de la existencia, para valorar al otro y a sí mismo, para respetar los símbolos de los credos y sus misterios, para distinguir la pasión de la ternura y saber las instancias de una y de otra…

Cordialidad: Para no ser un mero usuario del Universo y reducir la existencia a un mundo de coas, productos y utilidades.  Cordialidad para amar, cuidar, cobijar…

Autenticidad: Para distinguir entre el verdadero ser y la apariencia; entre la superficialidad de la espontaneidad o el “porque tengo ganas”, de la autenticidad que es amor, vocación de ser.

Formación en valores: Para distinguir lo honesto de lo deshonesto, el mérito del demérito, la osadía de la valentía, el aparente bien del mal, el bien mayor del bien menor.  Para ser justos, prudentes, fuertes, personas de paz

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