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Blog complemento de mis clases. Escrito especialmente con un sentido educativo. Artículos autoría propia.

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25/9/12

UNIDAD I: Cordialidad - Autenticidad


Cuando hablamos de cordialidad, generalmente nos imaginamos una persona amable, cortés, preocupada por atender  a  quienes le rodean.  Y ello es cierto, pero con la palabra cordialidad hacemos referencia a algo mucho más profundo. “Cordialidad”, palabra que deriva del latín “cordis”, corazón; alude a quien pone el corazón en lo que hace; más bien dicho actúa desde el corazón, desde el alma.   La persona cordial mira el mundo con amor: a todos y todo; por lo mismo, crea vínculos, se compromete, se dedica, se encariña, se apega, se hace responsable.  Contrario a la persona cordial, es el indiferente; aquel que pasa de largo, que no se hace problema por nadie, no se encariña ni compromete. El indiferente no crea vínculos, por lo tanto, no sufre ni se alegra con el acontecer de los demás; no echa de menos, no valora, no se compromete, no asume.  El indiferente mira pero no ve, pues es insensible.

La persona sensible es cordial; por oposición al insensible que es indiferente.

¿Indiferentes o cordiales? ¿Qué tipo de persona somos? ¿Qué caracteriza al hombre actual: su cordialidad - sensibilidad, o su indiferencia - insensibilidad? ¿De qué forma repercute este actuar, en la vida propia y en la de los demás?

La persona sensible, cordial, sabe de alegrías y tristezas, de echar de menos, de nostalgias, de aproblemarse, de pertenencias: Se siente vinculado a quienes le rodean, los objetos le pasan a ser familiares, los paisajes los siente suyos porque se siente perteneciendo a ellos.  El ser sensible es un ser vinculado. , esto es, re-ligado, re-ligioso.  Religado, religioso, del latín re-ligiere, que significa estar doblemente ligado, recíprocamente ligado: Cuando detienes tu caminar para mirar a tus amigos, tus animales, tu barrio, tu escuela, tu país, tu…  los acoges en tu alma y das gracias por la existencia de ellos, porque sientes que dan sentido a tu propia existencia…. Entonces, sientes que nada es casual, que la persona cayó allí – precisamente, frente a ti, para que la ayudaras a levantarse y, de esa forma, la ayuda que tú diste se volvió recíproca porque tu alma se enriqueció con la vivencia y fuerzas del amor. 

Así es, el amor nos re-liga: al dar, nos enriquecemos.

Observación: Ustedes se preguntarán porqué la palabra re-ligión la vinculamos al ámbito de la fe.  La razón es que quien cree en Dios (llámele Alá, Buda, etc), con mayor razón crea vínculos con Él con quien se da la re-ligación fundamental: del Creador al creado.

El pedagogo debe ser un ser cordial, para crear vínculos con sus alumnos, con su escuela, colegio o Liceo, con su universidad, con su país, su barrio,  con la naturaleza…  Su cordialidad será el  punto de partida del amor, pues su intención primera no será usar y menos abusar. 

Gabriela Mistral iniciaba su decálogo de la Maestra con el primer mandamiento: AMA, si no amas mucho, no enseñes niños.

Ahora bien, dificulta el amar, la inautenticidad y la hipocresía



Necesidad de existir desde nuestro ser y de amar


Necesitamos re-flexionar, volver sobre nosotros para:

1º Descubrir que somos personas: vinimos a la vida como personas y ello implica el reto de existir como tales. Como seres que poseen una dignidad que implica derechos pero también los mismos deberes.  No somos cosas que se pueden adquirir, reciclar, canjear; no somos vegetales que tienen que esperar el agua para vivir; pues podemos ir por ella; no somos animales que están determinados por su ser biológico y el ambiente; pues podemos modificar ese ambiente y crear artificios que sobrepasen todo límite biológico y ambiental: microscopios, telescopios, celulares, computadores, naves que surcan mares y espacios, armamento… 

2º Descubrir que  siendo personas, como también lo son otros, somos personas únicas: cada uno es uno; somos una personalidad, un personaje; pues no ha habido, no hay ni habrá otro como cada uno lo es.  Somos, por lo mismo, irreemplazables: en  nuestro ser, sentir, hacer; además, somos íntimos: Sólo cada uno puede sentir sus sentimientos, doler su dolor, pensar sus pensamientos, decidir sus decisiones. Esto ratifica nuestra dignidad como personas “una”.

3º Descubrir que la capacidad de ser conscientes de nuestro ser, nos hace responsables de la existencia que vamos realizando y que, según nuestras decisiones, esa existencia puede ser más o menos impersonal; más o menos alejada de nuestro ser esencial (Llamamos ser esencial al verdadero ser que somos). Necesitamos existir en forma auténtica, ser leales con nosotros, descubrirnos y amarnos, sólo así estaremos en condiciones de descubrir y amar a otros seres que requerirán de  nuestra ayuda para encontrar el camino hacia sí mismos y, desde él, existir, amarse y amar.



Hipocresía e Inautenticidad

     La insensibilidad y la indiferencia llevan a la hipocresía y a la inautenticidad

1.  El hipócrita: El hipócrita es una persona no sincera; es insincero, es quien, conscientemente, disimula, encubre, sus verdaderos afectos, pensamientos, quereres, envidias; para lo cual, intencionalmente, elabora una fachada exterior que ocultará su verdadera intimidad.  El hipócrita o insincero, es alguien que aparenta amar, aparenta estar arrepentido, aparenta lealtad, cuando sus sentimientos son los opuestos: no ama, no se arrepiente, es desleal.  El hipócrita sabe muy bien lo que anhela, quiere, piensa, pero miente a los demás, aparentando lo que no es: finge, actúa.

2. El inauténtico: La inautenticidad  es una actitud que afecta en una capa del ser más profunda que la que afecta al hipócrita su hipocresía: El hipócrita no ama pero hace que sus ojos se llenen de lágrimas ante quien finge amor para engañar y hacer creer que ama: su amor es falso y él lo sabe. En la inautenticidad, la persona sinceramente se esfuerza por amar a quien siente es un deber amar, se esfuerza por sentir amor…. Como sabe lo que es amar: se obliga a pensar en la persona, ser cortés, preocuparse de satisfacer sus deseos pero… no hay caso: su amor es inauténtico.   No lograr que el amor hacia esa persona, que encuentra un deber surja, lo haga desde su ser esencial, desde su intimidad.

Nuestra intimidad, nuestro ser esencial se expresa en relación con lo y los demás: la naturaleza, las cosas, las otras personas, Dios…  Tenemos una vivencia de nosotros mismos, de lo y los demás y ante ellos, es decir nuestra intimidad, no sólo es, por así decirlo, un yo pleno de ideas, sentimientos, emociones, anhelos, temores sino que se expresa… Esa expresión de la intimidad se realiza a través de ciertas mímicas, gestos, tonalidades, ritmo, acercamientos, distanciamientos que son visibles, se pueden ver.  Así, a través de la expresión se revela, en parte, la intimidad.  Estando claro esto, volvamos al tema de la inautenticidad.

 En el caso del amor auténtico, vamos a poner nombre a nuestro personaje, Luis desea amar a María; pero, a pesar de ello, no logra –en lo más profundo de su ser (en su intimidad)- sentir ese amor.  Intenta ayudarse procurando lo que se supone es amar: pensamientos alegres al ver a quien tendría que amar, deseos de besarla, sentir que hay una comunicación fluida y sobre proyectos comunes, sentir interés por los proyectos de María, desear estar con ella y echarla de menos;  al mismo tiempo, rápidamente desechar de su conciencia el aburrimiento que insiste en venir y el desagrado de su olor… Pero todo eto es externo a su ser esencial, a su auténtica intimidad.   Todo lo que hace juan es un intento de amar a quien realmente no ama pero que siente es un deber amar.  El alma de Luis, respecto María, no es generadora de amor; es impotente (no tiene la fuerza) frente a sus esfuerzos por amarla.

En el caso del amor auténtico, el alma es centro del amor y generadora de su expresión: es la intimidad misma trascendiendo; es el ser esencial amando y besando…  De ahí la expresión de sentimientos profundos.   Esta profundidad es la que falta en el sentimiento del amor inauténtico; el ser esencial del cual emanaría.  El comportamiento inauténtico pasa a ser vacío, puro formulismo, a pesar de la muchas veces buena intención de la persona.  En el caso del hipócrita, también se da una actuación vacía, falsa, puro formulismo pero, a diferencia del inauténtico, el hipócrita no intenta que el sentimiento, interés o estado de ánimo emerja real sino que  pretende fingir para engañar: no tiene el más mínimo interés de amar sino sólo fingir.

La inautenticidad se puede dar en distintos aspectos: sentimientos, como ya vimos; pero también a nivel de voluntad, de ideas.   Hablamos de inautenticidad de la voluntad  para referirnos a quien hace todo lo posible por convencerse que se ha decidido por una meta, vocación, proyecto de vida, con toda su alma, lo que implica la realización de su ser y, en verdad, no es así, aunque lo quisiera.   En nuestro ejemplo, Luis anuncia la voluntad de proyectar una familia y vida completa junto a María… Pero, en verdad, lo que hace Luis es auto engañarse, pues su voluntad no tiene la fuerza del ser sino lo que le dice la razón que debe ser.  Es lo que pasa muchas veces, cuando la persona decide estudiar algo para lo cual no tiene auténtica vocación. Entonces, para aminorar la frustración, intenta sentir que es lo suyo, que tiene real interés, que se siente realizado, que su decisión responde a una auténtica voluntad que realmente no existe.  Al no ser  auténtica esta voluntad, la persona debe luchar constantemente por quitar de la conciencia su auténtica voluntad y el desencanto.  Contrariamente, cuando la voluntad es auténtica y surge un obstáculo, la voluntad se fortalece: amas a alguien; deciden formar una familia; surge un obstáculo: una enfermedad, una catástrofe que echa por tierra la casa construida; la fuerza de la voluntad se engrandece ante los obstáculos.  Ejemplo de ello, pudimos ver en el caso de la estudiante de medicina que sufrió un accidente que le amputó sus cuatro extremidades.  Su voluntad por ser médico, le hizo aprender el manejo de sus prótesis de manos y piernas, con tal rapidez y en contra de todo pronóstico médico, que terminó sus estudios sin mayor demora para ejercer con excelencia profesional.    

La autenticidad y la inautenticidad en el ámbito de las ideas, puede darse en distintos momentos:

1) Cuando el conocimiento o ideas no tienen su origen en un problema auténticamente vivido como tal.  Todo conocimiento, toda afirmación o juicio, surge como respuesta a un problema.  La inautenticidad se puede ya dar en este paso: La persona no siente relevante la problemática que estudia o nunca se ha hecho problema; por lo cual se limita a memorizar ideas que, para otros pueden haber significado una vida de dedicación, angustia, vocación investigativa.  Este es uno de los mayores problemas pedagógicos: el alumnos se encuentra estudiando pensamientos que le parecen irrelevantes porque no aparecen como respuestas a interrogantes que él se haya hecho.

2) La idea misma no es auténtica, aunque la lógica y los hechos le demuestren que es correcta, verdadera.  Es la diferencia entre persona instruida, erudita que ha memorizado una serie de datos, fórmulas, pero que no las asume como principios de vida, como convicciones   En este ámbito, tenemos que una persona puede pensar y decir de una forma; pero actuar de otra, debido a la inautenticidad de su pensamiento que no enraíza en su ser.  El pensamiento auténtico expresa el ser personal.  Esto es válido para todo pensamiento; pero, por sobre todo, para aquellos que dicen relación con los valores.  Gran es la diferencia entre quien es un mero repetidor de frases memorizadas sobre la justicia y quien las expresa con fuerza viva, desde lo más íntimo de su ser; porque es justo, porque vive de acuerdo con ideas que asume como verdades.  En el caso de la mentira o hipocresía; la idea expresada como propia no lo es, porque es otra que se oculta.  En el caso de la inautenticidad, falta convicción sobre lo dicho.  Esta inautenticidad, sumada a la hipocresía del pensamiento, da lugar a la demagogia; donde abundan las palabras pero el ser esencial no es fuente de las mismas; con las consiguientes inconsecuencias en el actuar, la falta de compromiso y de responsabilidad.

No debemos confundir el caso de la inautenticidad con la incapacidad para expresar la intimidad; pues se trata de personas que tienen problemas con la comunicación de sus auténticas vivencias.

Raíces de la inautenticidad
1) Deseo de adaptarse a lo que se espera de nosotros, a la tendencia social.  Nos llevan a un museo y, sin más, nos colocan ante una obra de arte famosa: como se espera que emitamos expresiones de admiración, lo hacemos; a pesar de no averiguar qué es lo admirable.  Igual, en otros ámbitos, donde la necesidad de ser incluido, incentiva el populismo inauténtico.   Es fácil ver cómo los adultos incentivan a los niños a una evidente aceptación de modales que pasan a ser repetidos en forma inauténtica, por cuanto no se enseña a entender, antes, la gratitud sino que se exige decir gracias.

2) Tendencia a la notoriedad Mientras el ser auténtico ofrece una personalidad íntegra, consecuente, que emerge desde su ser esencial; muchos, inauténticamente, elaboran una personalidad  - máscara que es sólo exterioridad que satisface lo snob, atractivo,  destacador.

3) Idea fija de rendimiento: La necesidad de éxito entendido como eficacia, posición social, económica, reconocimiento o, inclusive, responder sólo a las necesidades de los demás, a costa de olvidarse de sí mismos.  Es la transformación del hombre como una especie de bestias de carga sujetas al arnés de sus obligaciones frente al mundo.  “El verdadero ser estaría reducido a una vida lánguida, insinuándose apenas como un fantasma.  A pesar de los adelantos materiales, de lo que sabe y de lo que puede, el hombre que corresponde a esta imagen permanece en la infancia.  Exteriormente adulto, pero interiormente inmaduro, lleno de ilusiones, carente de dominio sobre sí mismo, mal defendido contra las fuerzas del destino, termina por fracasar en la vida porque ha fallado frente a sí mismo.” (Ob. Cit de  K.G. Durckheim, pág. 36)

La persona debe ser eficiente, debe responder al mundo, a sus obligaciones pero desde su ser. “No es el principio de eficiencia el que corrompe al hombre sino el hombre quien corrompe al principio”.  La eficiencia es auténtica cuando el actuar, la obra o servicio es, al mismo tiempo, resplandor del propio ser: vocación de ser.

4) Personalidades histéricas que quieren aparentar ser quienes no son; pues necesitan  suscitar admiración a toda costa.  Estas personalidades sólo son máscara, exterioridad. No tienen pensamientos, metas ni valores propios de su ser que yace sepultado por la constante representación de quien no se es.  Ricos en apariencias; son nada en esencia.  Inquietud, hastío, inestabilidad, búsqueda de sensaciones, inconstancia; caracterizan estas existencias vacías de intimidad; donde lo único real es la falsedad o vacío.

En todos estos casos de inautenticidad, hay un ser ahogado, olvidado, oculto tras lo que no es.   Sentimientos de angustia, culpabilidad, soledad, sensación de no poder retomar el verdadero camino; surgen auténticamente desde el ser de estas personas que muchas veces son envidiadas por su aparente éxito; pues presentan fachadas perfectas, admirables, aplaudidas.  Educar la sensibilidad implica ayudar al encuentro del hombre consigo mismo; sin ese encuentro, no hay educación auténtica posible.
l.    



          La autenticidad y la inautenticidad en el ámbito de las ideas, puede darse en distintos momentos:

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